Adaptación radial.
Hubo una prehistoria, y en la ciudad de Buenos Aires, hubo avances del mar. Esto ocurrió hace 120.000 años y fue descubierto casualmente.
Para la construcción de la nueva iglesia de San Francisco en las actuales calles Defensa, Alsina, Balcarce y Moreno, y para cualquier otro edificio de la ciudad, cuando se necesitaba cal se recurría las capas calcáreas que también contenían una gran cantidad de caracoles marinos en las barrancas de Belgrano. Estos caracoles fueron investigados por el naturalista Auguste Bravard, quien comprendió el significado biológico y geográfico que tenían, pues en la base de las barrancas había centenares de esos bivalvos.
La presencia de conchillas trituradas y rodadas sugiere la proximidad de la costa, donde el oleaje del “Mar Belgranense” destruía las conchillas calcáreas de millares de organismos acuáticos.
Los datos obtenidos desde que Bravard estudió por primeras vez esas capas rocosas formadas bajo las aguas del mar, demuestran que las aguas rioplatenses y del océano Atlántico ingresaron y se alejaron del continente, en más de una oportunidad.
En el cuaternario la costa de Buenos Aires fue inundada en tres oportunidades: la más antigua conocida como “Mar Inter-ensenadense” ocurrió hace 700.000 años y sus niveles fueron reconocidos en las excavaciones del Puerto Nuevo y en la base del edifico Comega, situado en Corrientes y Leandro N. Alem.
La segunda entrada marina tuvo lugar hace 120.000 años y es la del “Mar Belgranense”. El último avance se produjo hace 6.500 años atrás y se conoce con el nombre de “mar Querandinense”.
El avance del “Mar Belgranense” está ligado al derretimiento de una inmensa masa de hielo que fue de tal volumen que provoco que el mar ascendiera hasta 6 metros por encima de los valores actuales, y provoco vastas inundaciones costeras en todos los continentes.
Esta inundación provocó el calentamiento del planeta hace 120.000 años. Al avanzar los glaciares en los Andes y en el sur patagónico provocó el descenso del nivel del mar y de esta manera la línea de la costa bonaerense se desplazó unos 300 kilómetros hacia el este, de este modo la capital y famosas ciudades balnearias como Mar del Plata, Mar Chiquita y Mar de Ajó quedaron alejadas del mar. Después de este período glaciar se desarrolló la última etapa interglaciar que todavía perdura, hace 11.000 años, alcanzando sus máximas temperaturas hace 6.500 años y provocó un generalizado derretimiento de los hielos polares.
El “Mar Querandinense”, se internó en algunas partes hasta dos kilómetros en el sur de la ciudad, La Boca, Parque de los Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Belgrano, Flores y Mataderos quedaron bajo las aguas de este mar. Hay en algunos lugares de los lagos de Palermo que pueden observarse sedimentos del mar casi en la superficie. En la superficie del mar Querandinense se desenterraron huesos de ballenas muy grandes a partir de lo cual el naturalista Bravard llego a la conclusión que en los alrededores de San Nicolás, el mar alcanzo una profundidad suficiente para que estos animales pudieran tener libertad de movimiento.
Al transitar por la Avenida Corrientes hacía el río, al llegar a la calle 25 de Mayo se produce un cambio profundo en la pendiente de la avenida, que es una antigua pendiente que existía en la zona y fue nivelada en 1900 por los trabajos efectuados en la ciudad. Las barrancas presentan una erosión producto de las olas y mareas del Río de La Plata y del océano Atlántico, cuando alcanzaron como decíamos, hace 6.500 años, niveles muchos más altos que los actuales.
En consecuencia las barrancas porteñas son testigos de lo que dejo el “Mar Querandinense”.
Juan Carlos Maucor.
Lo rescata para HISTORIAS SECRETAS, DESCONOCIDAS U OLVIDADAS DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BS.AS
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