Se atoran las causas en los tribunales desde hace décadas.
A partir de la pandemia, jueces y fiscales han decidido que las pantallas les ofrecen una mayor comodidad.
Y muchos expedientes se ralentizan más de lo debido o de lo que ya conocemos.
Olvidan algunos jueces que enfrentar a las partes y verles el rostro y cada gesto y escuchar sus argumentaciones sin que medie una pantalla y hacerlo de modo personal, habilita y facilita el intercambio real entre las personas.
Cobran demasiado y no tributan ganancias, para proceder de una manera que hace más difícil y a veces hasta imposible el trabajo de abogados representando a las partes.
La excusa que tiene sus señorías muy escuchada, consiste en que tienen más velocidad de internet en sus hogares que en las oficinas de tribunales, es buena excusa.
Pero la esperanza que el ciudadano deposita en la Justicia, deteriorando y demoliendo expectativas de causas que tardan años, a los jueces y muchos fiscales, parece no preocuparlos.
Estamos avivando el fuego del desconformismo en un país donde ellos deberían representar los valores más supremos, y al parecer, no les importa.
Así como los hacedores de política han resultado nefastos, sus mayores socios, en cada juzgado, asfaltan las peores realidades para el país.
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