Existe sin dudas un 30%, poco más poco menos, que sostiene su credibilidad en la Señora Vice Presidenta. Aun así, y considerando que son miles quienes le responden, debemos ser cuidadosos al creer, o transmitir la creencia que es la Presidenta con mandato cumplido quien está al frente del poder.
Si se consideran sus hombres más valiosos, comenzando por el Gobernador Axel Kicillof o el Ministro de seguridad bonaerense Sergio Berni, y hasta podemos continuar ensayando nombres legislativos, algunos de la rigurosidad de los mencionados, uno puede sugerir que alrededor de la señora, de gran trayectoria política, dejando de lado aquí posiciones a favor o en contra, se comienza a percibir un “Escape de filas”, es decir de hombres que la acompañaron y que ya manifiestan una incipiente independencia; un ejemplo más, el Ministro del Interior crecido políticamente, y habría otros, que pueden mantener un vínculo y compartir ideología como en los dos primeros casos mencionados, aunque muchos manifiestan una relación que si bien no termina de ser totalmente separatista, es al menos cambiante o ambivalente. Respecto a este tema, me pongo a distancia de muchas encuestas de algunas consultoras.
La duda, siempre racional, pasa por creer, si ese vuelo propio en muchos integrantes de La Cámpora inicial han madurado en proyección como para auto sostenerse y generar fuerzas propias de conjunto más institucionalizadas y menos partidarias, diseminados en espacios diferentes y cercanos entre sí al mismo tiempo, que ya no se reflejan como estrechos componentes de la primera matriz. Y la respuesta sería, sí. Está sucediendo. Incluidos ámbitos universitarios.
Tampoco se supone que Cristina Fernández de Kirchner haya perdido poder, lo mantiene al menos hasta las últimas elecciones en el ejercicio de cada votante, lo que nos lleva a otras lecturas que de momento, no forman parte del actual comentario. Pero es al mismo tiempo un poder que se des-solidifica a partir de sucesos que en la praxis, se manifiestan en errores, alejando propósitos y propuestas de una gran clase media variopinta que exige explicaciones concluyentes tras tropezones de magnitud. Vicentin fue un caso notorio y seguirán otros desarreglos en tanto se insista en posiciones ideologizantes en actitudes políticas precipitadas.
Pos-Pandemia y previo a diciembre de 2015 aun, Argentina requirió y más que nunca requiere exportar, y de inversiones, temas que al parecer, quienes acompañaron a la Señora con eficiencia ideológica, algo más maduros hoy, no desconocen por estas alturas como necesidades pragmáticas. De ser así, el Cristinismo cae en un desgaste propio de la evolución temporal y del crecimiento de alumnos que van superando a la profesora, aunque la admiren. Más sencillo, “los monaguillos crecieron, aunque aún no sea suficiente”.
La Señora sin embargo tiene, si lo asumiera, espacio para dar un salto hacia una lógica social que indudablemente debe sostenerse ante una pobreza estructural que abruma y de cuya causa ella también formó parte, si se propusiera despejar internismos que traen hoy solo mala salud política hacia dentro del poder, incluyéndola.
El gobierno ante la Covid-19, ha colocado la emisión en lo más alto para ayuda social. Nadie puede estar en desacuerdo, lo que se espera es un plan y sin dudas fue un error negarlo, que nos ubique en una ruta de dialogo sectorial para que en conjunto el esfuerzo se note con al menos, algunas estrategias claras y comunes. La primera pauta de esto se vio hace días, cuando empresarios y la CGT se reunieron, sin anoticiar a un gobierno que comete el error de manifestar ciertas tranquilidades que de hecho la ciudadanía no está compartiendo. En ese aspecto, la ex mandataria, también deberá decidir ideología o pragmatismo, ya que el pragmatismo ideológico como una excusa inverosímil, es lo evidentemente más desgastado y desgastante, para ella misma y para el gobierno que en algún momento propuso. Y éste Gobierno, bien podría ya no ser aquel. Aunque le falte definirse.
Colocar al Presidente en un segundo plano, desde ella, o desde ciertos Medios, incluyendo y aceptando aun cada crítica válida sobre él Primer Mandatario, no es el mejor camino para el país, aunque quede claro que hay mucho por corregir. Una yunta competitiva en el Poder, de cara a la sociedad, nos guía a mayores incertidumbres y hacia el exterior, hacia afuera, nos conduce a lo peor. Es, desde éste contexto, desde el cual el propio Presidente y su Equipo deben analizar la situación nacional, abiertos a proposiciones económicas, para decidirlo desde la responsabilidad que ocupan; la Responsabilidad Política.
Máxime cuando economía, vulnerabilidad, y una delincuencia callejera con diferentes patrones de lectura, inducen a ondas preocupaciones civiles, que rebotan en lo alto de La Casa Rosada y la Cúpula del Congreso (no se pueden hacer los distraídos) y los Palacios de Justicia y regresan, sin medidas mínimas de cambios. Es cuando el Ciudadano o bien se desorienta, o terminantemente, deja de creer.
El país está mucho peor de aquello que, aun asumiéndolo en parte, el Gobierno cree o parece creer. Hay actitudes políticamente pasivas donde debería verse en concreto una dinámica, un accionar determinante. Es real que hay muchos frentes, pero la prioridad ciudadana y social, debe comenzar en decisiones económicas, que la política debe convertir en propias.
No está sucediendo.
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