Ya digerimos la gran noticia del acuerdo con los acreedores externos. Pero el problema de la deuda que los argentinos tienen con sus acreedores internos también es una gran amenaza.
Un plan de reactivación es inviable si no se resuelve el grave problema del endeudamiento de la gente.
Este mes, los bancos empezaron a cobrar la primera cuota de la refinanciación de los saldos de tarjeta de crédito otorgada por decisión del Banco central en abril pasado.
Claro… en ese mes se pensaba que en agosto la pandemia se habría ido y toda la economía estaría funcionando con normalidad. Pero la pandemia no se fue.
La gente siguió sobreviviendo usando la tarjeta de crédito. Una bola de nieve de consumos más la deuda de la refinanciación es una roca muy pesada, sobre todo en la mochila de la clase media.
Si a este problema se le suma que hay endeudamiento con servicios como gas, luz, telefonía, celulares, internet, agua, entre otras, la pregunta que se desprende es: ¿Quién podrá salir a comprar un poco más de lo que compraba si los bolsillos están vacíos y reventada la tarjeta de crédito?
El nuevo Ahora 12 o el Ahora 18, 24 o la cantidad de cuotas que sean es una ilusión óptica que ve el gobierno cuando mira el desierto de la pobreza. Los pagos en cuotas han desaparecido de los saldos disponibles de la gente.
En tanto, algunas muy contadas empresas empiezan a ver la realidad de que si no facilitan el pago de sus clientes no van a cobrar. Una empresa de telefonía, internet y celular ya está dando a pagar en cuatro cuotas las deudas acumuladas y bonifica alguno de los ítems de las facturas nuevas. La mirada que tienen es realista: «Más vale pájaro en mano que 100 volando».
Lástima que los bancos siguen con esta obstinación de agarrarse, en momentos excepcionalmente dramáticos, a las normas de Basilea como bebés hambrientos el pecho de la madre.
Solo un banco entre decenas ofreció refinanciar en 24 cuotas.
Es evidente la ausencia del Estado en resolver el peligroso tema de la deuda de los argentinos. ¿Se dieron cuenta?
De no resolverse esa deuda no habrá ninguna posibilidad de reactivar el mercado interno, porque con bolsillos secos y el endeudamiento, más el miedo a la pandemia con la que se seguirá conviviendo, el consumo no se reactivará, condenando a las pymes sobrevivientes a ser parte de a la mayor masacre de empresas que el país sufre en toda su historia.
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