Se firmó el tan ansiado acuerdo con los acreedores. Pero… ¿la economía de cada día cambió? La presión sobre el dólar continúa. El Banco Central sigue vendiendo las pocas divisas que le quedan. Y eso que el cepo es un super cepo. Los precios siguen al alza y la gente está más endeudada. ¿Hay error de diagnóstico sobre lo que pasa? ¿O las «necesidades políticas» dejan para mañana lo que se debería hacer urgentemente hoy?Históricamente, y hablamos de décadas, la incertidumbre es la primera variable que rige la economía argentina. Las 60, y que luego fueron 100, anuncios prometidos sobre medidas económicas, se hacen esperar más de la cuenta. Falta de timing es la discusión sobre la reforma judicial, porque agrega una sobredosis de ansiedad a la economía doméstica.O sea que no hay plan y sigue sin haber medidas. Mientras, el entramado productivo, comercial y de servicios se va convirtiendo en un cementerio de pymes. Y sin pymes no hay puestos de trabajo. Y sin puestos de trabajo, formales o informales o un mix de ambos, la pobreza se dispara.La incertidumbre empuja a la gente a un «sálvese quien pueda». Entonces es natural que el que puede compre dólares, aunque sea un billete de 100 cada mes sino llega a los 200. Otros siguen acrecentando la bola de nieve del endeudamiento. En pocas palabras: el consumidor, o sea todos, buscamos simplemente sobrevivir.Por su parte las Pymes que siguen recibiendo duros golpes, columna vertebral de la economía argentina, esperan ansiosas algunas medidas que son invalorables: que se les solucione el corte de la cadena de pago, créditos muy blandos y a muy largo plazo para recomponer capital de trabajo, estimular el consumo solucionando primero el endeudamiento de la gente (porque las familias endeudadas y con tarjetas explotadas y sin saldo para pagar en cuotas es imposible que se reactive el consumo), y que se ejecute la moratoria largamente esperada. Y esto es lo básico.¿Pero es suficiente? Claro que no. Porque la incertidumbre generadora de inflación y depresión económica (somos el único país que puede sistemáticamente tener al mismo tiempo dos enfermedades incompatibles entre sí), es disparadora del dólar y aniquiladora de salarios y puestos de trabajo, es la destructora de planificaciones a largo plazo e incentivadora de inversiones especulativas por sobre las productivas, hay que neutralizarla antes de que la misma neutralice por completo a nuestro país. La incertidumbre es como un sistema de autodestrucción y el botón para desconectarlo lo tiene el Gobierno nacional.Por eso hace falta un plan económico estratégico nacido de la creatividad y con la participación y el consenso de los sectores empresarios, agropecuarios, sindicales y las organizaciones sociales. Y no cualquier plan, sino uno que sea digno de un estadista y que logre el compromiso de todos, con metas de corto, mediano y largo plazo. O sea, un plan, mata incertidumbre.
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