Los datos provienen del Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven”; Dieron a conocer las cifras de femicidios en Argentina entre el 1 de enero al 28 de febrero de 2021, elaboradas a partir del análisis de medios gráficos y digitales de todo el país.
Algunos datos destacados:
▪️52 femicidios fueron cometidos del 1 de enero al 28 de febrero de 2021
▪️1 femicidio cada 27 horas en febrero
▪️36 intentos de femicidio entre el 1 de enero al 28 de febrero de 2021
▪️El 71% de los femicidios fue cometido por las parejas y ex parejas de las víctimas
▪️El 65% de los femicidios ocurrió en la vivienda de la víctima
▪️Femicidas: 5 policías, 3 militares
▪️9 víctimas habían realizado al menos una denuncia y 5 tenían medidas de protección
▪️Al menos 41 niños perdieron a sus madres como consecuencia de la violencia machista en 2021
Hasta ahí los datos crudos. El texto que recibimos está redactado en plural y en género femenino, como corresponde en estos casos, y dice lo siguiente;
A dos meses del inicio de un nuevo año la violencia machista sigue presente. Del 1 de enero al 28 de febrero de 2021 registramos 52 femicidios: un femicidio cada 27 horas. Al mismo tiempo, en lo que va del año hubo 36 intentos de femicidios, hechos sobre los que es necesario poner el foco desde el Estado y la sociedad civil.
En relación al lugar donde ocurrieron los femicidios, en el 38,5% de los casos el hecho ocurrió en la vivienda de la víctima, en el 26,9% en la vivienda que compartía con su agresor y en el 21,2% ocurrió en la vía pública. Si bien se observa que el lugar más peligroso para las mujeres continúa siendo su hogar, que en muchos casos comparte con el violento, se vio un crecimiento de los femicidios que ocurrieron en la vía pública (16% en enero a 33% en febrero), como el de Guadalupe Cural en la calle principal de Villa La Angostura. Sin embargo, las circunstancias en que estos femicidios suceden no son compatibles con un callejón oscuro y un hombre desconocido. En la mayoría de las situaciones los femicidios que ocurren en la calle son a la vista de otras personas y los agresores son sus parejas o ex parejas, 71% de los casos, y si bien en el 11,5% de los casos no se encontraron datos en los medios analizados, no se puede concluir que no hayan sido personas cercanas a la víctima.
Las víctimas muchas veces piden ayuda y recurren a la Justicia y a las fuerzas de seguridad. Del 1 de enero al 28 de febrero el 17% de las víctimas habían realizado al menos una denuncia y sólo el 10% tenían medidas de protección.
Ni la Justicia ni la Policía decidieron proteger a estas mujeres y prevenir los femicidios.
Los casos de Úrsula y Guadalupe, en los que se denunciaron los hechos de violencia, representan las fallas de un sistema patriarcal que nos da la espalda, defiende a los agresores y nos desalienta a salir del círculo de violencia y pedir ayuda. Desde estas instituciones siguen responsabilizándonos de la violencia, no sólo si no podemos pedir ayuda, sino cuando no toman medidas efectivas y adecuadas y transfieren la responsabilidad de nuestra seguridad a las propias víctimas y sus redes de contención.
La luz sigue puesta en la víctima, como lo demuestra el caso del diputado Eduardo Cáceres, quien presentó un proyecto de ley para penalizar las denuncias falsas, una estrategia usualmente utilizada por agresores denunciados, como el diputado, para amedrentar a las víctimas. (En el marco de una causa por violencia de género, la Justicia de San Juan procesó por lesiones leves agravadas por el vínculo al diputado nacional del PRO Eduardo Cáceres, acusado de golpear a su ex pareja, la dirigente también del PRO Gimena Martinazzo.)
A su vez, nos sueltan la mano cuando dentro de sus instituciones son cómplices con los agresores. Del total de femicidios cometidos en 2021, en 5 casos el femicida era policía y en 3 militares. Es urgente que rompan con los pactos machistas y que formen agentes con prácticas democráticas y libres de violencia dentro y fuera de sus organismos. En este sentido, cuando decimos que el Estado es responsable hablamos de que la Justicia y las fuerzas de seguridad se hagan cargo de protegernos y para eso es fundamental una transformación estructural desde una perspectiva feminista. Sólo así podrán comprometerse con nuestras vidas.
Por último, no podemos entender los femicidios apartados de la desigualdad económica y laboral, ya que estas violencias sostienen y reproducen otras más visibles y extremas, por eso en el mes del día internacional de la mujer trabajadora seguimos exigiendo que nuestros derechos se respeten, entre ellos vivir una vida libre de violencias en todos los ámbitos que habitamos.
Fin del texto.
Insistimos, la Violencia, es la mayor enfermedad y comparto sobre todo, que existe una notable ausencia de Estado.
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