La Sala I de la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, resolvió el arresto domiciliario de Alejandro Ochoa, el motochorro que asaltó a María Rosa Daglia en Ramos Mejía. Ese intento de Ochoa (55 años), de robarle la cartera a la psicóloga, tuvo otra consecuencia, la mató.
El 29 de abril del año pasado, Ochoa salió por la puerta de la cárcel de Batán beneficiado entre otras cosas por el inicio de la Pandemia. Su condena anterior, decidía que debía permanecer hasta el 16 de junio de 2024 en prisión, debido a un robo similar en Mar del Plata, cuando le rompió el brazo a otra mujer tras arrastrarla también con una moto.
Su abogada saca presos, en 2020 obtuvo la liberación de Ochoa por “Derecho a la salud”.
El Juez Ricardo Gabriel Perdichizzi, se opuso a la liberación de Ochoa. Aun así, El juez Marcelo Alfredo Riquert, el presidente de la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, “procedió humanamente” y lo dejo atravesar la puerta del penal rumbo a la casa de sus padres. Aceptó los problemas de salud del reo, Epoc, y otros indicios que, sin profundizar en ellos, alguien del Servicio Penitenciario Bonaerense colocó sobre su escritorio. No importó al parecer la reincidencia tampoco.
Surge del informe que “Ochoa era considerado un preso ejemplar con diez de conducta. Trabajó para una empresa privada que embotella lavandina dentro del penal y realizó tareas de mantenimiento en el sector de visitas, en cocina y maestranza de la sección vigilancia y tratamiento. Además, entre los años 2018 y 2019, completó primer y segundo año de la secundaria y participó de talleres de yoga y teatro; fue coordinador de alcohólicos anónimos y hasta instructor de ajedrez” (…) «De lo expuesto en el informe médico y primando razones de orden humanitario en el marco de la pandemia mundial, específicamente los antecedentes de afección respiratoria que presenta, este Departamento Técnico-Criminológico estima la conveniencia de incluir al interno en el régimen de prisión domiciliaria”. Crédito Leonardo Nieva Editor de Policiales de Diario Perfil. Sugiero la lectura mucho más completa que mi comentario.
Es verdad que en Argentina no existen Cárceles que provean lo necesario para la rehabilitación de la delincuencia, aun tratándose de un mismo Estado, donde cada Gobierno marketineó sus gestiones sin cambios sociales de fondo.
Pero Jueces, abogados, fiscales y Políticos actuales, nos colocan al borde de la existencia, liberando tipos que a falta de escuela y familia, han reincidido y quedan sueltos causando la muerte de mujeres y hombres que intentan seguir construyendo un país mejor y que con esfuerzo, no es un dato menor, pagan sus sueldos.
Si nos humanizamos con quien sale a delinquir, a matar nuevamente, tenemos un grave problema de valores.
Son apropiadas dos preguntas; ¿Quién soy yo como sujeto de una sociedad, o como periodista quizá, para juzgar a un juez? ¿Y quién juzga a un Juez que libera livianamente a quien vuelve a delinquir con las consecuencias de casos como el de la psicóloga María Rosa Daglia.
¿Quién responde por su muerte? ¿Quién, por tantas muertes en similares circunstancias ocurridas durante décadas?
A contramano de discursos grandilocuentes que tenemos que soportar, nos envuelve una telaraña silenciosa que se oculta en un sistema perverso. Todos y cada uno de aquellos que asumen cargos para corregir lo necesario, viven mejor que cualquiera que se desloma, sin pagar siquiera nuestros impuestos. Para que la telaraña que nos pone al límite de nuestras vidas, nos tape con su sombra.
Así la Justicia, Poder Político mediante, Congreso Nacional incluido, terminara llamándose Perversión. Y ya nadie creerá en nadie.
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