Por mi parte no leería el libro de Macri a no ser que él mismo me lo regale junto una botella de vino, todo junto envuelto en papel de seda impreso. De ser así por educación estaría obligado. O no.
Tampoco leería el Libro de Cristina. Me basta con haber vivido las gestiones de ambos. Y de conocerlos.
En tal caso, quien esté interesado en leerlos puede comprarlos, es lo legítimo. Lo que no comparto ni compartiré jamás es que una Editorial que vive de la venta de libros y debe practicar y proponer esa auténtica libertad, prohíba la venta de uno u otro libro. O que se hable de destruirlos. Una Editorial jamás puede ser censora, para eso están los autoritarismos y las dictaduras. O los idiotas. Y pienso en Sudestada.
Es curiosos que quienes vivan de la venta de libros, piensen como en siglos pasados. Se sabe que existe un criterio de «adecuación social», que de fallar recae en un serio trastorno que perjudica cualquier desarrollo humano. Quien quiera debería poder comprarlos, y una editorial profesional, tan solo venderlos.
Crédito Portada El Cultural.