(Audio abreviado de la Historia)
Carlos Gustavo Durand, nació en la ciudad de Salta, el 21 de febrero de 1826.
Su padre, el médico francés Jean André Charles Durand había actuado en Las Campañas Napoleónicas como Cirujano Mayor, por lo que fue condecorado por Luis XVIII en 1814 con la Flor de Lis. Arribado a estas tierras fue designado por Bernardino Rivadavia, médico de Policía el 11 de febrero de 1822.
El 12 de agosto del año anterior, había figurado entre los firmantes del Acta de Fundación de la Universidad de Buenos Aires, siendo el primer Profesor de Obstetricia de la institución. Se lo contó también entre los fundadores de la Academia Nacional de Medicina.
La madre de Carlos, criolla de la más selecta estirpe porteña, Doña María del Rosario Chavarría, era hermana de Matías, el Presbítero Matías de Chavarría, quien fuera por decreto del presidente Mitre de 1862, canónigo del Cabildo Metropolitano.
Carlos Gustavo Durand tuvo dos hermanos menores: Eduardo, cuya trayectoria hemos perdido y Carolina, que permaneció soltera al lado de su hermano mayor hasta sus últimos momentos.
Aun siendo niño, se trasladó con su familia a Buenos Aires, donde cursó sus estudios secundarios y universitarios, graduándose de médico en 1846, versando su tesis sobre el contagio del cólera.
Por ese entonces, el Dr. Durand era un apuesto joven de arrogante y magra figura, elevada estatura, nariz fina, mirar profundo, tez notablemente blanca, adornado todo ello, con cuidados bigotes y perilla de corte francés.
Minucioso en su vestir, se destacaba por sus modales señoriales, su pausada elocuencia, su clara inteligencia.
Pronto adquirió fama como obstetra, atendiendo a los más selectos apellidos de la sociedad porteña, a lo que se sumó una vasta actividad de trabajos científicos, que encontraron eco en publicaciones nacionales y extranjeras, de los que merecen destacarse, «Adelantos de la Operación Cesárea en la Ciudad de Buenos Aires».
Ocupó varios cargos municipales, y fue Miembro del Tribunal del Juicio de lmprenta, Miembro de la Academia de Medicina y Cirujano Mayor del Ejército.
En 1859 fue elegido Diputado Provincial por la campaña de Buenos Aires. Fue tan destacada su actuación que, en 1865 se lo elevó al rango de Senador por la provincia de Buenos Aires, cargo que tuvo hasta 1870, destacándose como hombre de consulta, especialmente en temas vinculados con la higiene y la salud pública.
A los 43 años, Durand anunció para sorpresa de muchos, su casamiento con la nieta del general Pueyrredón, Amalia Pelliza Pueyrredón, que tenía en ese momento 15 años.
Dos hechos nefastos se asociaron en detrimento de ese matrimonio: a la muerte de la madre de Durand, previa al casamiento se agregó, poco tiempo después de la boda, una gravísima viruela confluente (en la que las pústulas no están diseminadas, sino que se unen unas con otras), que arrasó con la belleza y la tersura del cutis angelical de doña Amalia.
Amalia se recuperó de la viruela, pero había perdido su hermosura y aceptó sus cicatrices, Durand no pudo aceptarlas, se volvió huraño, mandó tapiar las ventanas, poseedor de una inmensa fortuna proveniente del ejercicio de su profesión y del legado de su tío, el canónigo Chavarría, se volvió hosco, taciturno y poco propenso a los gastos de la casa y de la vestimenta, descuidó su aspecto y cayó en estados depresivos cada vez más hondos.
Junto al matrimonio convivía Carolina, hermana del médico, quien también debió soportar las maniáticas normas que impuso, por ejemplo, no dejaba que su mujer y su hermana salieran de la casa, tenía apenas entreabiertas las ventanas y cerrada con llave desde la mañana hasta la noche la puerta de su casa, algo inusual en aquellos tiempos.
Con el tiempo la joven esposa pretendió modificar ese modo de vida miserable contrariando aquellas normas. Su marido, que se acercaba a los 80 años, se enfermó de gravedad y durante su larga dolencia -presuntamente una neumonía complicada- fue asistido solícitamente por Amalia y por su hermana, que cumplieron estrictamente las indicaciones del joven médico Dr. Nicolás Repetto, logrando así superar el difícil trance.
Durand se recuperó, pero se volvió más hermético y agresivo, e impuso en la casa un régimen severo y dictatorial donde se evitaba la luz, apenas se podía hablar, y las faltas eran castigadas con palizas. Las cosas empeoraron a tal punto que su esposa, temerosa por su vida, a mediados de diciembre de 1900 abandonó la casa. Huyo a la República Oriental del Uruguay, donde dos años más tarde murió en la pobreza, ya que esta actitud le valió ser ignorada en el testamento que por ese entonces dictó el Dr. Durand, en el que dispuso que sus bienes se destinaran a la construcción de un «Hospital para Hombres».
Carolina Durand siguió junto a su hermano hasta el 5 de septiembre de 1903, día de su fallecimiento. Algunos meses después, el 8 de agosto de 1904 fallecía el Doctor Durand a los 81 años.
En su ropero se encontraron cuantiosos fajos de billetes, cédulas del Banco Hipotecario y abultados plazos fijos del Banco de Londres y del Banco Español. Junto a aquella fortuna había un cartel manuscrito que decía: “Economías de toda mi vida para construir un hospital de hombres”. Era el mismo deseo que había manifestado a Gabriel Tapia, su albacea testamentario. Fue éste quien informó a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires del contenido del legado. Se dispuso entonces que el Dr. José Penna, notorio higienista, se ocupara de encontrar un predio acorde en el barrio donde se contaba solo con una Estación Sanitaria: la de San Carlos Norte.
Fue así que el Dr. Penna, consideró que la Quinta de Ezpeleta era la indicada, siendo adquirida de inmediato Se llamó a licitación para construir un hospital con capacidad para 220 camas y un presupuesto estimado en 700 mil pesos. Se presentaron nueve proyectos, no sin ciertas controversias, para finalmente adjudicar la construcción de la obra al Ingeniero Alfredo R. Buschiazzo.
El 18 de marzo de 1912, se hizo entrega del hospital a la comuna, siendo Intendente Municipal el Dr. Joaquín S. de Anchorena; Director de la Asistencia Pública el Dr. Horacio Piñero. Fue su primer Director el Dr. Pascual Palma. En este acto, el Sr. Villier Tapia, hijo de don Gabriel Tapia e inspector de las obras, procedió a entregar las llaves del edificio. Se recuerda la anécdota que estas llaves inmediatamente se extraviaron y no volvieron a ser encontradas jamás, como si premonitoriamente este hecho significara que las puertas del Hospital Durand, no se cerrarían nunca más.
A pesar de estar prácticamente terminado, las obras se extendieron, hasta que por fin el 28 de abril de 1913, fue habilitado, recibiendo sus primeros pacientes. Todos hombres, por expresa disposición testamentaria del Dr. Duran, provenientes de la estación sanitaria San Carlos Norte.
En poco tiempo se vio la necesidad de ampliar la atención también a las mujeres. En 1938 se comenzó la construcción del “Instituto de Perfeccionamiento Médico Quirúrgico” en terrenos del Hospital Durand. Esta obra finalizó en 1941, y estuvo a cargo de la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. En 1950 hubo un período de incorporación de pabellones, en su mayoría dedicados a atender enfermos crónicos. Pasadas varias décadas, se hizo necesaria la construcción de un nuevo edificio de concepciones acordes a la medicina actual, llamado “Centro Médico Complementario”. Para ello en el año 1971, se llamó a un nuevo concurso de proyectos.
Las obras se extendieron los siguientes años y significaron la demolición casi total del antiguo hospital, exceptuando el más reciente Instituto Médico-Quirúrgico, el Pabellón Romano y el pabellón ubicado más al oeste, el Pabellón Rayos, que aún conserva intacta su estructura original.
Actualmente, el Hospital General de Agudos Carlos Durand es uno de los hospitales públicos metropolitanos pertenecientes a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un Hospital Universitario de alta complejidad asociado a la Universidad de Buenos Aires. Se ubica en la Av. Díaz Vélez al 5044, en el centro del Barrio de Caballito.
El acta número trescientos noventa y cinco de la Sección Décima Cuarta del Registro, informa que «en la Capital de la República el día 08 de agosto de 1904 a las 10,00 hs. de la mañana, en su domicilio de la calle Lavalle novecientos diez y nueve, según lo que consta en el certificado extendido por el médico Agustín Drago, falleció a raíz de Uremia, Carlos Durand».
Así se apagó la brillante, azarosa, tormentosa y dramática vida de este benefactor de la ciudad de Buenos Aires, que en la actualidad sería, como mínimo y justificadamente, condenado por violencia de género.
Recopilación de textos e imágenes: modernabuenosaires.org; buenosaires.gob.ar; bibliomedicinadigital.fmed.uba.ar; médicos-municipales.org.ar;
El crédito, Cris Panza, de HISTORIAS SECRETAS, DESCONOCIDAS U OLVIDADAS DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BS.AS que administra Horacio Molino, grupo maravilloso que podes encontrar en Facebook.
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