Oscar Horacio Avila nos trae este relato de Historias Perdidas de Buenos Aires. En Facebook.
La que resumimos periodísticamente.
En 1863 William Frederick «Buffalo Bill» Cody se alistó en el Séptimo Regimiento de Caballería de Kansas para luchar del lado de la Unión durante la guerra de Secesión Estadounidense. Después de la contienda, el ejército le nombró explorador de nuevos territorios, oficialmente. Aprendió a cazar bisontes en las Grandes Llanuras. Durante esta etapa cazó búfalos para alimentar a los obreros que trabajaban para la construcción del Kansas Pacific Rallway. Según la leyenda, cazó más de 4.000 cabezas en ocho meses.
En el año 1883 formó su propia compañía de espectáculos del Salvaje Oeste, Buffalo Bill Wild West, en la que se hacían exhibiciones a caballo, tiro con arco y ejercicios de puntería.
En ella trabajaban unos 200 indios, un gran número de vaqueros, unas 1.200 personas, y sumó caballos, búfalos y bisontes.
En la Exposición Universal de París alrededor de la torre Eiffel inaugurada con ese evento, contó con el legendario líder sioux Toro Sentado, uno de los jefes indios más famosos del Far West,.
Cuenta Félix Luna en su libro Segunda Fila, un suceso casi desconocido de 1891. Ese año en París, un personaje llamado Buffalo Bill presentó un espectáculo cuyo nombre era «Salvaje Oeste Show», en el cual jinetes de todo el mundo exhibían sus habilidades. Entre ellos había pieles rojas, cosacos, árabes, mexicanos, cowboys y otros que hacían maravillas sobre caballos.
Entre los espectadores estaba Eduardo Casey (argentino irlandés), estanciero de Lobos y de Santa Fe, poseedor de 300.000 hectáreas de campo pobladas por colonizadores de distintos países y por gauchos de las regiones.
Casey le hizo notar a Buffalo Bill que en el espectáculo no figuraban los gauchos argentinos. Ambos acordaron traer gauchos de los campos de Casey para el espectáculo de la próxima temporada.
Ya en Argentina Eduardo Casey, seleccionó a diez de los mejores domadores: Marciano Gorosito, de Melincué, Ismael Palacios de Currumalán, Zacarías Martínez de Chacabuco, Valentín Pa,z de Salto, Manuel Gigena, de Rojas, Juan Pacheco de Catriló, Celestino Pérez de Navarro, Bernabé Diaz de Chacabuco, Rosario Romero de Venado Tuerto y Abel Rodríguez de Rojas. Así fue que en febrero de 1892 partieron desde el puerto de Buenos Aires en el vapor Magdalena los diez domadores con doscientos potros criollos. En Londres fueron recibidos por Buffalo Bill y por Casey.
Esos paisanos domaron potros e hicieron juegos de destreza equina ante más de 22.000 espectadores cada día. Fue tanto el éxito que la Reina Victoria pidió que llevaran los gauchos y sus montas al parque del Castillo de Windsor para verlos junto con sus nietos.
Cuenta Ismael Palacios, uno de ellos: “Pieles rojas y cowboys ensayaban un simulacro en que la indiada asaltaba una diligencia”, en eso estaban cuando aparecieron los cowboys, que comenzaron a perseguir a los herejes sin poder alcanzarlos. Nosotros olvidándonos que era puro teatro entramos a creerlos flojos. El loco de Marciano Gorosito, sin poder sujetarse les gritó: “Lo que es a nosotros no se nos iban a dir”. El desafío cayó como un cachetazo a Buffalo Bill, y ordenó que se repitiera el entrevero poniendo a los gauchos en lugar de los cowboys.
Continua Ismael Palacios: “En cuanto los matreros quisieron juirse, atropellamos… Gorosito no pudo aguantarse y entre el tierrerío de la disparada le largó las boleadoras al cabecilla, un indio de nariz ganchuda y muchas plumas de colores. El pobre cayó del animal. Lo malo fue que dos, o tres de los que seguían se encimaron en una rodada como nunca. Ahí terminó la persecución”.
Pero faltaba otra emoción. Manuelita Rosas, que vivía en Inglaterra desde 1852, los invitó a visitarla en su chacra de Southampton, donde su padre había muerto 14 años atrás. Relata Félix Luna que enfilaron hacia una casa igualita a un rancho de las estancias viejas del pago, que estaba a punto de caerse (tal era el abandono).
Manuelita los esperaba vestida de luto, los bucles plateados y una jorobita que el tiempo había levantado en su espalda. Los saludó con emoción incontenida. «Estoy sola, mis hijos rara vez vienen a verme», contó. Después de hablar sobre el viaje y el espectáculo les dijo:
-¿Alguno de ustedes a cruzado por la estancia Los Cerrillos?»
Ninguno le contesto afirmativamente. Entonces ella contó que en ese pago su padre fue el mejor gaucho de a caballo. Al despedirlos los volvió a abrazar, llorosa y triste. Aquellos gauchos pensaron que la ex reina del Plata tras 40 años de exilio seguía añorando la tierra gaucha, aferrada a la memoria otros tiempos.
P/D: Después de allí se trasladaron a Estados Unidos en donde actuaron por un tiempo en Nueva York y otras ciudades. Don Ismael Palacios siempre recordaba ese hecho de haber participado en el espectáculo de Buffalo Bill y haber conocido a la Reina de Gran Bretaña y a Manuelita Rosas. Falleció en Pigüé en 1937 afectado por una grave dolencia y sus restos se encuentran sepultados en el cementerio local. El lazo de Zacarías Martínez, el que enlazó al potro desbocado en las calles londinenses, se encuentra exhibido en el Museo de Luján.
El post incluye material aportado por los nietos de Ismael, Graciela y Hugo Palacios Oscar Horacio Avila nos ha traído esto en Historias Perdidas de Buenos Aires
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