Acompaña a Luis Tarullo:
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El icónico Día del Niño en la Argentina está indudablemente asociado a la venta de juguetes y otros elementos que tienen que ver con la infancia, pero no siempre fue una fecha con matiz comercial.
El Día Universal del Niño se conmemora el 20 de noviembre, en coincidencia con la Declaración de los Derechos del Niño, en 1959, por parte de la ONU.Pero meses antes, en la Argentina ya se había establecido esa jornada que inicialmente tuvo fines benéficos y solidarios, obviamente para acercar al menos un poco de alegría a aquellos pequeños más necesitados.
La cuestión viene a cuento porque en estos días falleció uno de los creadores de ese día en el país, además empresario emblemático del mundo del juguete, don Enrique Trucco.
Trucco -que emplazó primero un tradicional comercio en el barrio porteño de San Telmo y luego se trasladó a Boedo-, empezó vendiendo juguetes en la calle; luego estableció la juguetería minorista, que se amplió a mayorista, y también hay «chiches» históricos que llevan su nombre.
La movida de Trucco y otros amigos empezó como una iniciativa solidaria, para promover y difundir regalos y donaciones a los chicos, especialmente en hospitales, aunque también se realizaban funciones de teatro para ese grupo etario fundamental de cualquier sociedad, aunque muchas veces no se cumplan ni remotamente sus derechos.
El propio Trucco contaba hace cuatro años en un programa de radio de su nieto, Gino Cingolani Trucco, que en aquel 1959 «nos juntamos un grupo de jugueteros y otra gente que vendía caramelos y demás cosas destinadas a los chicos y formamos una comisión. Fuimos al correo, hicimos imprimir una estampilla con el Día del Niño, que quedó establecido el 7 de agosto de 1959».Durante décadas se fijó como Día del Niño el primer domingo de agosto, pero luego, a partir de situaciones tan simples como las fechas de cobro de los haberes mensuales, se lo trasladó a domingos posteriores, ya, obviamente, en la etapa plenamente comercial de esa celebración.
Trucco contó entonces que también «yo me encargaba de organizar todos los festivales y comprometer a todos los artistas que trabajaban para el público infantil para que actuaran en teatros emblemáticos como el Ópera o el Gran Rex.Entre las anécdotas más célebres, recordó el caso de una artista que enfureció porque «tenía que entrar en determinado momento al escenario, pero ella quería ingresar antes».
De todas maneras, Trucco tomaba las cosas con humor y aún hoy se puede escuchar su voz en alguna grabación recuperada de aquella entrevista, con voz jovial y relato entretenido.Un alma más que quedará entonces en el recuerdo de todos nosotros, ya que alguna vez fuimos niños, pero, como bien se dice, lo importante es que nunca dejamos de serlo, siempre y cuando sepamos abrir nuestro corazón, especialmente a la chiquillada que puede ser feliz con un humilde juguete, una caricia y un beso dado con amor.
Crédito Imagen: Twitter @ginocingolani
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