Acompaña a Luis Tarullo:
Dos exitosas series de los últimos años, The Young Pope y The New Pope -con actuaciones magistrales de Jude Law y John Malkovich- mostraron a Pontífices desestructurados y desnudaron variedad de secretos e intrigas del Vaticano que fueron mostrados en otras ficciones.
Igualmente, quedó, como siempre, la convicción de que la ficción muchas veces puede estar a punto, en algunos casos, de ser empardada por la realidad.
Y el actual Papa, Francisco, tiene características de informalidad que supo mostrar cuando era un simple sacerdote y aún cuando era arzobispo de Buenos Aires.
En septiembre de 2015 -apenas dos años después de arribar al papado- se «escapó» de los aposentos vaticanos y fue hasta una óptica del centro de Roma para que le cambiaran la montura de unos anteojos. Obviamente, nadie quedó sin sorprenderse al ver a uno de los hombres más poderosos e importantes del mundo haciendo una diligencia como un mortal común y corriente.
Al año siguiente, en diciembre de 2016, hizo un «viajecito» hasta una ortopedia citadina para comprar un par de zapatos nuevos, esos sencillos que son de su agrado, en lugar de los tradicionales que siempre calzaron sus antecesores.
Y ahora, esta semana se hizo una escapadita hasta una tradicional disquería en la Vía della Minerva, a cuyos dueños conoce desde que ejercía en Buenos Aires pero visitaba cuando iba a Roma.
El Papa llegó al negocio «Steresound» a la tardecita, a bordo de un sencillo Fiat 500 blanco, y apenas bajó bendijo los locales del lugar. Después estuvo un rato dentro de la disquería donde se destacan los tradicionales vinilos, mientras la gente, enterada de la particular visita, comenzaba a agolparse y a filmar con sus celulares al ilustre cliente. Mientras algunos debatían sobre los gustos musicales de Jorge Bergoglio -indudable amante del tango- otros se se asomaban a las ventanas de los edificios vecinos. Todos veían como Francisco bendecía a Letizia, la anciana dueña del comercio; a su yerno y a su hija. La mujer le dio al Papa un regalo envuelto en papel azul: era un disco de música clásica de 33 rpm.Al salir del local, Francisco se subió al auto para retornar al Vaticano y le gritaron «¡Santo Padre, Santo Padre!». La tienda bajó la persiana y doña Letizia explicó que Bergoglio/Francisco es un «viejo cliente» que frecuenta la tienda desde que era cardenal de Buenos Aires.
La visita, dijo la amable dama con un envidiable poder de síntesis, fue «hermosa y llena de humanidad».
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