Debajo de las calles de Buenos Aires, bajo los asfaltos, baldosas y edificios, corren silenciosos los arroyos porteños. El Maldonado y el Vega hoy son los más famosos. El Medrano, el White, el Ochoa-Elia, el Cildañez. La cuenca del Arroyo Medrano tiene su nacimiento en los partidos de Tres de Febrero, San Martín y Vicente López. La cuenca del Arroyo Maldonado nace en los partidos de Tres de Febrero, La Matanza y Morón. La cuenca del Arroyo Cildañez nace en el partido de La Matanza
La Capital está asentada sobre once cuencas, con barrios levantados sobre zonas que eran bañados. Los entubamientos ayudaron al saneamiento ambiental
Imaginamos a la Ciudad plana como una mesa, sin relieves, y sin embargo tiene puntos altos y bajos, cuencas que desaguaban en los antiguos arroyos y bajos que siempre se inundaron. La topografía porteña se borró de nuestra memoria, así como también lo hicieron sus arroyos (hoy entubados) Antes, el valle de inundación del Riachuelo, por caso, tenía nombre y apellido: Los Bañados de Pereyra. Fueron secados a principios del siglo pasado y, el arroyo, entubado.
El famoso arroyo Maldonado, entubado entre 1929 y 1933, fue uno de los límites porteños hasta 1887, cuando se anexaron como barrios los pueblos de Belgrano y Flores. Pero cuando se fundó Buenos Aires por segunda vez, el límite Sur era un pequeño arroyo, el Zanjón de Granados, también conocido como Tercero del Sur. El límite norte era el Zanjón de Matorras (o Tercero del Medio). El Manso corría por donde está la avenida Pueyrredón y fue el límite occidental de la ciudad por mucho tiempo.
Buenos Aires esconde muchos arroyos aún. En el Norte, el arroyo White corre bajo las calles Campos Salles y Rubén Darío, en Núñez, y desemboca en la Ciudad Universitaria. Este curso se llamó Cobos y de los Membrillos a principios del siglo XX. Además, cerca de allí corre el arroyo Medrano, bajo las avenidas Ruiz Huidobro y García del Río. En el Sur, el arroyo Ochoa-Elia cursa entubado bajo Nueva Pompeya hasta el Riachuelo. Y otros seis pequeños arroyos hacen lo mismo bajo la La Boca y Barracas.
A fines del siglo XIX, por detrás de la Estación Constitución nacía el arroyo Granados, bajaba por la calle Perú y continuaba por Bolívar, se unía a otros arroyos y terminaba en el Río de la Plata. El Matorras nacía en Independencia y Entre Ríos, formaba una laguna y bajaba por Talcahuano para terminar en otra laguna que se llamaba Zamudio y ocupaba lo que ahora es la Plaza Lavalle, para desembocar luego al Río bajo lo que hoy es el Microcentro. Otro arroyo con lagunas y bañados era el Manso, que nacía de dos lagunas ubicadas en el área de Venezuela y Saavedra, corría por 24 de Noviembre, Corrientes, cruzaba el barrio del Once y salía por Sánchez de Bustamante hasta Palermo.
El Arroyo Vega era el eje de la antigua Ciudad de Belgrano. Se originaba en los barrios en Devoto, iba por La Paternal y Agronomía, atravesaba Colegiales y bajaba por la Calle Holmberg hasta Juramento. Luego recorría Estomba, Mendoza y Superí hasta volver a retomar Juramento. Atravesaba Freire y Echeverría, recorriendo Zapiola hasta doblar en un codo por Blanco Encalada, y por Húsares y Monroe desembocaba en el Río.
La ciudad tuvo un primer plan de drenaje urbano posterior a la epidemia de fiebre amarilla, ocurrido hacia fines del siglo XIX, que diezmó una parte importante de la población. En esos años se proyectó y comenzó la construcción del sistema pluvio-cloacal en el Radio Antiguo, y que concluyó hacia 1910.
En la segunda década del siglo XX se proyectaron los sistemas de drenaje, separando el drenaje pluvial del cloacal, para las cuencas del Medrano, Vega y Maldonado, obras que se terminaron en la década de 1940.
A principio del siglo XX los arroyos de la ciudad de Buenos Aires, Maldonado, Vega y Medrano, eran escurrimientos libres a cielo abierto. La totalidad de los cursos fluviales han sufrido un proceso desde 1870, primero de rectificaciones y luego de entubamientos.
Fue el ingeniero inglés John La Trobe Bateman el encargado de las obras. En 1908 muchos arroyos fueron encausados y rectificados, ya que con las crecidas causaban daños a la infraestructura de la Ciudad.
Fueron canalizados pero se mantenían a cielo abierto, construyéndose varios puentes para su cruce. Finalmente en 1919 se dispuso su canalización cerrada, pero los trabajos comenzaron recién en 1927, terminando algunos en 1938 y otros, como el Maldonado, en 1954.
En los últimos tiempos el crecimiento demográfico tuvo como consecuencia el mayor aporte a todos estos arroyos que cuando se sumaba a las sudestadas o las lluvias, aumentaban en demasía ocasionando desbordes hacia la ciudad.
Al realizarse canales aliviadores con reservorios se aumentó esa capacidad de absorción y conducción hacia el rio, mejorando significativamente sus cursos hacia el Rio de la Plata.
Pero no debemos olvidarnos que Buenos Aires sigue siendo aquella franja porteña de la pampa argentina que es surcada por ríos y arroyos con sus comportamientos aunque no los veamos en el presente
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