En la cálida madrugada del 10 de febrero de 1914, Newbery logra el récord mundial de altura (6225 metros) a bordo de un Morane Saulnier de 80 HP en el aeródromo de El Palomar. La máquina francesa, con su nuevo motor Le Rhone, lo ha dejado maravillado. La considera apta y confiable para los vuelos a grandes alturas, por lo que su próximo objetivo, el cruce de los Andes, ya es una decisión tomada.
Dos semanas después, cuando se aproximan las fiestas de carnaval, Newbery lleva su aeroplano en tren hasta Mendoza para realizar las primeras prácticas en compañía de su amigo, el aviador Benjamín Jiménez Lastra. Los espera Teodoro Fels, quien cumplía allí con una serie de exhibiciones aéreas con una máquina similar a la de Newbery.
Luego de una serie de pruebas, decide volver a Buenos Aires para efectuar los últimos ajustes a su aeroplano. En la tarde del 1º de marzo, Newbery, Fels y Jiménez Lastra regresan al Grand Hotel para preparar las valijas, pero en el vestíbulo se cruzan con unas familias amigas: los Ocantos, los Escalada y los Valiente Noailles.
-Jorge, qué placer. Queremos verlo volar -dice una señorita.
No tiene su aeroplano aquí -sale al paso Jiménez Lastra.
-¿Y, Fels, no es cierto que usted tiene su máquina aquí?
-Sí, señorita, pero a estas horas debe estar desarmada. Ayer le di la orden a mi mecánico.
Newbery sólo se limita a sonreír y dirige su mirada a Fels.
-Averiguá. A lo mejor Bordone (el mecánico) no lo ha hecho aún. Fels va al teléfono, mientras ya son varias las damas que rodean al «dandy» porteño, a quien no dejan de preguntarle sobre su próxima travesía.
-¿Jorge, sabés lo que pasó? -inquiere Fels-. Anoche, Bordone fue a un baile de carnaval y no desarmó el Morane.
-Magnífico. ¿Le podrás decir a Bordone que vaya con la máquina a Los Tamarindos?
-Ya se lo ordené -responde Fels.
Newbery busca con la vista a Jiménez Lastra.
-¿Querés volar conmigo, Tito?
-Con mucho gusto, Jorge.
-Bien, señoritas -enfatiza Newbery con una sonrisa-, gracias al carnaval podrán asistir a una exhibición aérea.
En varios automóviles, todos se encaminan al aeródromo. Es una tarde apacible, con un cielo luminoso. Al llegar al campo de Los Tamarindos, a contraluz, el sol recorta la figura del Morane Saulnier de Fels.
-Ayer tiraba algo de ala izquierda. Me gustaría probarlo a mí -dice Fels.
-¿No lo puedo hacer yo? -contesta cordialmente Newbery. Fels no insiste.
Ya a bordo de la máquina, la señorita que le ha pedido que volara se acerca y le entrega una medalla de la Virgen de Lourdes para que le diera suerte. Al tomarla, Newbery advierte que no lleva consigo el retrato de su madre. Será la primera vez que vuela sin su imagen que, para él, es como un amuleto.
Eran las 18.40. Se inicia el ascenso y la máquina comienza a cabrear hacia la izquierda. Newbery intuye el peligro. Aplica toda su destreza en enderezar el Morane. Ha prometido a Fels, a sus amigos y a las mujeres, que desde abajo lo siguen con admiración, que intentará un looping para luego caer con pérdida de velocidad.
Listo para emprender la maniobra aprendida en Francia, Newbery fija su vista en el horizonte. Tiene la sensación de que el comando no le responde, el viento se torna huracanado y el aparato se estremece hasta el último tornillo de su estructura.
-¡Agarrate bien, Tito! -grita a su amigo, con una sonrisa, en medio del peligro. Newbery, a unos 500 metros de altura, inicia el looping y el aparato se sacude. El aeroplano va cayendo casi sin velocidad con el ala izquierda pegada al fuselaje. Desesperado, se esfuerza por enderezarlo.
-¡Agarrate, agarrate bien, Tito! -vuelve a gritar. Casi sobre el suelo, cuando faltaban unos 30 metros, detiene el motor y hace un último intento por enderezar el Morane Saulnier. Todo es inútil, cae en forma perpendicular sobre una acequia. Jorge Newbery tenía 38 años.
Por aquel entonces, el corresponsal de La Nación en Mendoza informaba así lo sucedido: «…Fels y los espectadores corrieron al sitio del siniestro. Newbery yacía muerto, despedido de su aparato y horriblemente destrozado. Jiménez Lastra se retorcía en horribles contorsiones, habiendo perdido el habla y presentando heridas espantosas».
Poco tiempo después Tito Lastra también falleció a causa del terrible accidente.
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Documentación;
Larra, Raúl (1975). Jorge Newbery.
Cortés Conde, Roberto
López, Julio V.
Kidd, Natalia
Daniel Balmaceda
Film: “Más Allá del Sol”, basado en la vida de Jorge Newbery
Comentarios al posteo a cargo de Diego Weinstein
Foto 1 : El ingeniero Jorge Newbery
Foto 2 : Sepulcro de Jorge Newbery en el Cementerio de la Chacarita
Crédito:
Historias Perdidas de Buenos Aires
Salidas al aire:
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