EN MAYO DE 1865, poco antes de embarcarse en el Mimosa, el colono Watkin Williams recibía una carta de su primo Jones Talhaiarn en la que éste le expresaba su preocupación acerca de lo que denominaba como el “salvaje y loco” plan de fundar una colonia galesa en la Patagonia: “sólo espero —le decía— que los indios, que se los comerán a todos por completo tengan una indigestión”. Luego, no resultó extraño que al arribar al valle del Chubut, los colonos levantaran sus casas “cerca unos de otros, para no estar dispersos en caso de un ataque de los indios”, ni que durante los largos nueve meses siguientes, en los que los indígenas no se hicieron presente en la Colonia, la angustia generada por la incertidumbre sobre cómo serían estos desconocidos fuera creciendo, al punto de vivir “en continuo sobresalto” y de sentirse “atemorizados, espantados por los indios”.
Pocos meses después, en diciembre de ese mismo año, el cacique Antonio recibía la visita de George Claraz en su toldería, plantada por entonces en Tschetschgoo, un paradero ubicado en medio de la meseta patagónica, cerca del paralelo que separa los territorios de las actuales provincias del Chubut y Río Negro. El suizo, radicado como estanciero cerca de Bahía Blanca, se dirigía al valle del Chubut para realizar la mensura de la colonia fundada por los galeses arribados el anterior mes de julio. El cacique, preocupado por la presencia en el Chupat de estos nuevos colonos, aprovechó para preguntarle al viajero suizo si la gente que se había instalado allí “era buena, o si eran [como los] salvajes unitarios…”.
Sin embargo, durante el tiempo en que convivieron en relativo aislamiento en el valle del Chubut, río al que los indígenas denominaran Chupat y los galeses llamarían Camwy, el pequeño establecimiento galés no sufriría malones, con sus trágicas consecuencias de toma de cautivos y pérdidas de vidas humanas, ni los colonos realizarían ataques contra sus vecinos indígenas. Transcurridos dieciocho años desde su arribo a la Patagonia, al enterarse en julio de 1883 que una tribu tehuelche había sido tomada prisionera por los militares argentinos e iba a ser deportada a Buenos Aires, los colonos intercederían ante el general Vintter para que dejara a sus “viejos vecinos indígenas en sus hogares”, de los cuales —afirmaban— habían “recibido mucha ayuda” y acerca de los que no habían “sentido nunca… el menor temor”, sino que habían sido “un muro de seguridad y amparo” para ellos. Para entonces los indígenas patagónicos llamaban a los galeses “hermanos”, denominación que también emplearía John Daniel Evans, el Baquiano, cuando intentara infructuosamente obtener la libertad de un tehuelche confinado en Valcheta, luego de la “Conquista del Desierto”, al que se refiere como “mi amigo de la infancia, mi hermano del desierto”.
De Chupat-Camwy, Patagonia. Historia de la coexistencia pacífica entre galeses, pampas y tehuelche.
Notas:
1 Las citas de este párrafo están tomadas de Tschiffely (1996:112-113), Matthews (1992:33-34), y L. Jones (1993:89).
2 Claraz (1988:82-83).
Según Casamiquela (1987) el nombre del río Chubut es tehuelche septentrional y su significado el de “claro, transparente, límpido, diáfano”, características de sus aguas cerca de sus nacientes. En tanto que los galeses los denominaron Camwy por lo “sinuoso” de su curso en el valle inferior, repleto de meandros.
Habría que leer a H. S. Davies (1875:25).
Y C. Evans [ed.] (1994:92-93).
Historia visual de la Argentina de 1830 a 1930
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