La salud mental es una parte importante del bienestar y la salud en general. Nos afecta en la manera de pensar, sentir y actuar, la manera en que nos vinculamos con los otros y con nosotros mismos.
En los comienzo del Covid 19 algunas investigaciones establecieron que esta pandemia era una pandemia de lesiones psicológicas y sociales, ya que los efectos generados durante la cuarentena y el aislamiento social, podían persistir a lo largo de los tiempo de la misma y posteriormente, Los diferentes ámbitos de la Salud Mental no estaban preparados para brindar asistencia psicológica frente a un contexto pandémico y sus efectos.. Podemos considerar a la Pandemia del Covid 19 como un proceso que tiene diferentes tiempos, surgimiento, desarrollo y control del virus. Lo que conocimos, ya no es, han acontecido cambios estructurales en todos los sentidos de la vida cotidiana, en el modo de comunicarnos y los vínculos. Estamos conviviendo con una nueva realidad que se fue configurando y ha ido estableciendo día tras día con un nuevo modelo Surge la pregunta
¿Cómo vivenciamos la renuncia a la “vida normal” que conocíamos hasta Febrero del 2020? Y ¿¿Cómo toleramos el enojo por la pérdida de control debido a las restricciones en nuestra libertad de elección?
Con la cuarentena, se estableció el aislamiento social, la virtualidad como medio educativo, comunicacional social y laboral.., El denominador común durante este período ha sido la falta de contacto físico. Y los humanos somos seres sociales necesitamos comunicarnos, parte de la comunicación es verbal, física y gestual.
Podríamos decir que el protagonista, del Covid 19, ha sido la incertidumbre, que surge como el sentimiento omnipresente, de manera consciente o inconsciente. El concepto de incertidumbre refiere a la “falta de certeza”, a la carencia de conocimiento sobre lo que ocurrirá.
Todos estuvimos inundados de preguntas que no tenían respuesta cierta y fuimos atravesados por los efectos psicológicos en mayor o menor medida,
La resiliencia, capacidad para reconstruirnos, recrearnos, reinventarnos, resistir a la adversidad para enfrentar situaciones traumáticas, potenció a lo largo del proceso pandémico, un fortalecimiento de muchos de nosotros y una revalorización del Presente.
Pero para muchos de nosotros la convivencia de 24 hs en familia, en pareja o solos, y la incertidumbre, junto a la recesión económica, producto del aislamiento, eyectaron efectos psicológicos que extremaron el grado de estabilidad o inestabilidad psicológica de cada uno. Podríamos nominarlo como un catalizador en la fragilidad de los vínculos familiares, de las parejas, el desborde de la violencia como modelo comunicacional, la irrupción o acrecentamiento de síntomas como la ansiedad, la angustia, la irritabilidad, el insomnio, la depresión y patologías graves en adolescentes. Donde había una fisura se abrió una grieta, donde había una grieta se abrió un abismo, y donde había un abismo estalló un volcán.
Esto condujo a que muchas personas se vieran compelidas a solicitar ayuda y comenzaron un tratamiento psicológico que les brindara acompañamiento, contención, sentirse escuchados, escuchar al otro y escucharse.
Es prioritario que en el seno familiar y el contexto educativo estén atentos a los efectos psicológicos que pueden aún hoy emerger.
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