Acompaña a Luis Tarullo:
El coronavirus aún no se ha erradicado y ya se están estableciendo sus consecuencias profundamente negativas a mediano y largo plazo, que amenazan extenderse como una negra mancha de petróleo en el agua.
Esas afectaciones se notarán especialmente niños y jóvenes de países de ingresos medios y bajos y en cuestiones que tienen que ver tanto con aspectos cognitivos como económicos.
Esto surge de análisis iniciales sobre personas de menos de 25 años al inicio de la pandemia.
Se trata de un nuevo informe del Banco Mundial, denominado “Collapse and Recovery: How COVID‑19 Eroded Human Capital and What to Do About It (Colapso y recuperación: Cómo la COVID‑19 erosionó el capital humano y qué hacer al respecto)”.
En el trabajo se estudiaron datos mundiales sobre los impactos de la pandemia de Covid-19 en los jóvenes en etapas clave del desarrollo, explica el BM.
Son tres segmentos: primera infancia, de 0 a 5 años; edad escolar, de 6 a 14 años, y juventud, de 15 a 24 años.
El estudio arribó a la conclusión de que los estudiantes actuales “podrían perder hasta el 10 % de sus ingresos futuros debido a las crisis educativas provocadas por la Covid‑19 y el déficit cognitivo en los niños pequeños del presente podría traducirse en una disminución del 25 % en los ingresos cuando sean adultos”.
Según informó el Banco Mundial, “el capital humano -los conocimientos, las habilidades y la salud que acumulan las personas a lo largo de su vida- es clave para desplegar el potencial de los niños y ayudar a los países a lograr una recuperación resiliente y un crecimiento futuro sólido”.
Pero sucede que la pandemia provocó cierre de las escuelas y de lugares de trabajo. También produjo la interrupción de servicios relacionados con el capital humano, como la atención de la salud materno-infantil y la capacitación laboral.
David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, dijo que “los cierres de escuelas, los confinamientos relacionados y las disrupciones en servicios durante el curso de la pandemia han sido una amenaza que podría destruir décadas de avance en la generación de capital humano”.
Añadió que “las políticas específicas para revertir las pérdidas de aprendizaje, salud y habilidades básicas son fundamentales para no poner en peligro el desarrollo de varias generaciones”.
Malpass advirtió que “los países deben trazar un nuevo rumbo para aumentar las inversiones en capital humano a fin de ayudar a los ciudadanos a ser más resilientes ante las amenazas superpuestas de las crisis sanitarias, los conflictos, el crecimiento lento y el cambio climático, y a sentar bases sólidas para un crecimiento más rápido e inclusivo”.
Hay otros números alarmantes derivados de la pandemia que revela este análisis: los niños en edad preescolar de varios países perdieron más de 34 % del aprendizaje en lengua y alfabetización tempranas y más de 29 % del aprendizaje en matemáticas, en comparación con las cifras anteriores a la aparición de la Covid-19.
Además, en muchos países, incluso después de la reapertura de las escuelas, “la matriculación preescolar aún no se había recuperado para fines de 2021, y en varios casos, se mantenía en más de 10 puntos porcentuales por debajo de lo normal. Los niños también sufrieron una mayor inseguridad alimentaria durante la pandemia”, agrega el trabajo.
Sobre los chicos en edad escolar, “en promedio, por cada 30 días de cierre de escuelas, los estudiantes perdieron alrededor de 32 días de aprendizaje”.
Ello, debido a que los cierres y medidas ineficaces de enseñanza a distancia hicieron que los estudiantes no aprendieran e incluso olvidaran conocimientos ya adquiridos.
Cifras abrumadoras: en países de ingreso bajo y mediano, casi 1.000 millones de niños perdieron al menos un año completo de educación presencial por el cierre de escuelas. Y más de 700 millones de chicos perdieron un año y medio.
El BM advierte que “en consecuencia, la pobreza de aprendizajes -que ya era del 57 % antes de la pandemia- ha aumentado aún más en estos países, y se estima que el 70 % de los niños de 10 años no puede comprender un texto básico”.
El coronavirus también fue severo con el empleo en el sector de los jóvenes. A fines de 2021, 40 millones de personas que habrían tenido un empleo en condiciones normales no lo tenían.
Los ingresos de ese estamento social se redujeron 15 % en 2020 y 12 % en 2021. Encima, los nuevos participantes con menor nivel de educación tendrán ingresos 13 % menores durante sus primeros 10 años en el mercado laboral.
Por ejemplo, los datos surgidos de países diversos como Brasil, Etiopía, México, Pakistán, Sudáfrica y Vietnam señalan que 25% del total de los jóvenes no recibió educación, empleo ni capacitación en 2021.
“La oportunidad para abordar los retrocesos en la acumulación de capital humano es pequeña, ya que las brechas registradas en las primeras etapas del ciclo de vida tienden a ampliarse con el tiempo”, alerta el BM.
Y asevera que “si no se adoptan medidas urgentes, la pandemia también amenaza con profundizar la pobreza y la desigualdad”.
Las acciones son similares a las propuestas para otras crisis: a corto plazo, para los niños pequeños, se deben “apoyar campañas específicas de vacunación y suplementos nutricionales; aumentar el acceso a la educación preescolar y ampliar la cobertura de las transferencias monetarias para familias vulnerables”.
Para los niños en edad escolar, “los Gobiernos deben mantener las escuelas abiertas y aumentar el tiempo de instrucción; evaluar el aprendizaje y ajustar la instrucción a los niveles de los estudiantes, y simplificar el plan de estudios para centrarse en los conocimientos fundamentales”.
Y en cuanto a los jóvenes, “son cruciales el apoyo dirigido a la capacitación adaptada, la intermediación laboral, los programas de emprendedores y las nuevas iniciativas orientadas a la fuerza de trabajo”.
A largo plazo, “los países deben crear sistemas de salud, educación y protección social ágiles, resilientes y adaptativos que estén mejor preparados para las crisis actuales y futuras y puedan responder a ellas”.
“Las personas que hoy tienen menos de 25 años, es decir, las más afectadas por la erosión del capital humano, conformarán más del 90 % de la fuerza laboral en plena edad productiva en 2050”, sostuvo Norbert Schady, economista en jefe de Desarrollo Humano del Banco Mundial y uno de los autores principales del informe.
“Revertir el impacto de la pandemia en ellos e invertir en su futuro deberá ser una de las principales prioridades de los Gobiernos. De lo contrario, estas cohortes no solo representarán una generación perdida, sino varias generaciones perdidas”, alertó.
El Banco Mundial destacó que para responder a la pandemia desplegó un financiamiento de USD 72.800 millones entre abril de 2020 y junio de 2022, incluidos USD 37.600 millones y USD 35.100 millones en compromisos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y la Asociación Internacional de Fomento, respectivamente. Durante el mismo período, el financiamiento para desarrollo humano llegó a los USD 47.500 millones, para respaldar 300 proyectos en países de ingreso bajo y mediano.
De todas maneras, muchos interrogantes quedan flotando en medio de nubarrones provocados por crisis por doquier en un planeta que demanda soluciones urgentes para sus flamantes 8.000 millones de habitantes.
Desigualdad económica y social crónica y sus inmediatas consecuencias, como la pobreza y las hambrunas; guerras cíclicas, desastres naturales muchas veces provocados por el hombre, gobiernos totalitarios y corruptos, son algunas de las plagas que afronta la humanidad en una etapa de la Historia que, por el contrario, debería ser próspera. Y que colocan entre paréntesis todos los llamamientos a eliminar esos males y las buenas intenciones.
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