Acompaña a Luis Tarullo:
La medicina y la farmacología no dejan de avanzar en pos de mejorar la calidad de vida de la humanidad, pero a amplios bolsones del planeta ese progreso no alcanza de manera plena o directamente no llega, e incluso hay algunos sitios en los que se producen situaciones reñidas con los tiempos que corren y con la excelencia que debería haber en esa materia.
Así es como se han registrado las muertes de centenares de personas, mayormente niños pequeños, por el consumo de un jarabe para la tos contaminado con sustancias tóxicas que se utilizan, por ejemplo, como anticongelantes.
En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) abrió una investigación para determinar si hay conexión entre los fabricantes farmacéuticos.
Uno de los puntos de la pesquisa son las materias primas usadas por seis empresas en India e Indonesia y se intenta establecer si se obtuvieron de los mismos proveedores.
Según los datos conocidos, inicialmente se registraron unas 70 muertes en Gambia; luego hubo más de 200 fallecidos en Indonesia y también ocurrieron unos veinte decesos en Uzbekistán.
Las investigaciones preliminares indicaron que los trágicos hechos se habrían producido por el consumo de jarabes para la tos de venta sin receta médica contaminados con dietilenglicol o etilenglicol.
La OMS describe que esas sustancias son “químicos muy tóxicos utilizados como disolventes industriales y anticongelantes que pueden ser mortales incluso tomados en cantidades muy pequeñas”.
El principal efecto sobre el organismo es imposibilitar la circulación de la orina por el riñón y causa graves daños en ese órgano.
La portavoz de la OMS, Margaret Harris, dijo que “nuestra máxima prioridad es que no se produzcan nuevas muertes de niños por una causa tan evitable como esta”.
El organismo también puso la lupa sobre la posible existencia de ese jarabe contaminado en Filipinas, Senegal, Camboya y Timor Oriental.
Ante esta dramática circunstancia, la OMS llamó a los gobiernos y empresas farmacéuticas a extremar los controles y mejorar la regulación sobre la seguridad en ese rubro.
La organización ya había emitido alertas sobre dos compañías de la India y las autoridades habían ordenado el cierre de las plantas de producción. E hizo algo similar con jarabes producidos por empresas de Indonesia.
Un vocero de una compañía pidió que se apunte a los proveedores, acusándolos de falsificar “las materias primas y sus documentos antes de enviarlos a las empresas farmacéuticas”.
Las alertas de la OMS sobre productos médicos se transmitieron además a las autoridades sanitarias de los 194 Estados Miembros del organismo. En esas comunicaciones se pidió:
-detección y retiro de medicamentos contaminados circulantes en los mercados
-vigilancia y diligencia reforzadas en las cadenas de suministros de los países y regiones que probablemente se verían afectados
-notificación inmediata a la OMS en caso de que esos productos subestándard se detectaran en el país
-información pública sobre los peligros y los efectos tóxicos de los medicamentos subestándard en cuestión.
También recomendó que aseguren que los productos médicos que se vendan en sus respectivos mercados cuenten con la aprobación de las autoridades competentes y se puedan adquirir de proveedores autorizados y/o habilitados; se asignen recursos para mejorar y aumentar las inspecciones, y se refuerce la vigilancia de los productos médicos introducidos en sus respectivos mercados, en particular los informales, incluso mediante pruebas específicas basadas en los riesgos, entre otras acciones.
Pocas cuestiones parecen sorprender ya. Y no se trata de aquellas que pueden llamar la atención sin riesgos, sino de estas que ni más ni menos conllevan la muerte, sea por negligencia o por mera acción delictual, algo que debería considerarse inaceptable a casi un cuarto del siglo XXI.
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