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Entre los tantos dramas del mundo, algunos de larga data, en los puestos de vanguardia figura el del matrimonio infantil. Y las estadísticas son contundentes, lapidarias. En el planeta hay 640 millones de niñas y mujeres que se casaron en la infancia, según los datos de UNICEF.
En los últimos años se había registrado un descenso, pero la combinación de conflictos, secuelas de la pandemia de coronavirus y crisis climáticas parece haber vuelto a elevar la curva.
Catherine Russel, directora ejecutiva del Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia, dijo que «el mundo está sumido en crisis sobre crisis que están acabando con las esperanzas y los sueños de los niños vulnerables, especialmente de las niñas, que deberían ser estudiantes, no novias».
También explica que las causas mencionadas obligan a las familias a buscar una especie de refugio en el matrimonio de sus hijas, aunque suene antediluviano.
“Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para garantizar sus derechos a una educación y a una vida empoderada», dijo la funcionaria.
De acuerdo con UNICEF, se calcula que 640 millones de niñas y mujeres que viven hoy se casaron en la infancia. O sea 12 millones de niñas al año, según la última estimación.
“Las niñas que se casan en la infancia se enfrentan a consecuencias inmediatas y para toda la vida. Tienen menos probabilidades de permanecer en la escuela y se enfrentan a un mayor riesgo de embarazo precoz, lo que a su vez aumenta el riesgo de complicaciones de salud y mortalidad infantil y materna. Esta práctica también puede aislar a las niñas de su familia y amigos, y excluirlas de la participación en sus comunidades, lo que afecta gravemente a su salud mental y su bienestar”, dice la organización mundial para la infancia.
Asia Meridional tiene a casi la mitad (45%) de las niñas casadas del mundo. Y la India representa un tercio del total mundial.
África subsahariana posee la segunda mayor proporción mundial de niñas casadas (20%).
Y un cálculo que genera escalofríos: esa región está a ¡más de 200 años! de acabar con esa práctica al ritmo actual.
Allí el crecimiento de la población, unido a las circunstancias socio-económicas actuales, indica que aumentará el número de niñas casadas.
En tanto, en América Latina y el Caribe hay 58 millones de niñas casadas, alrededor del 9% del total mundial. Y el futuro no es muy alentador, porque la región podría ascender en materia de matrimonio infantil para 2030.
UNICEF alude también al carácter estigmatizador de este problema, ya que es un fenómeno no muy frecuente en los sectores más pudientes y es una práctica habitual entre los más pobres.
También se resalta que el aumento de la pobreza, las crisis de ingresos, el abandono escolar y hasta los fenómenos meteorológicos son factores que abonan el matrimonio infantil.
Los entornos familiares son fundamentales en uno y otro sentido. Tanto para promover el matrimonio infantil como para evitar que ello ocurra. Además, hay cuestiones culturales que datan de largo tiempo que fomentan esa práctica.
Las crisis constantes, especialmente en los países con altos índices de pobreza y marginalidad y con riesgo de muerte, hacen que tanto las familias como las propias niñas lamentablemente vean en el matrimonio precoz una posible solución o alivio para los padecimientos del grupo o personales.
Pero salen de un contexto prácticamente sin futuro y se introducen en un ámbito en el que pueden encontrar un panorama igual o peor, comenzando por el abandono escolar, el riesgo de embarazo temprano y un estado de dependencia y consecuente ausencia de empoderamiento personal, entre otras situaciones, todo ello en medio de la continuidad de un ambiente de carencias en un planeta convulsionado en todas sus latitudes.
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