La Iglesia católica argentina hizo estos días un profundo llamamiento ante las decisivas elecciones generales a través del cual exhortó a la ciudadanía a emitir su voto de manera responsable y pensando en el bien común.
Al mismo tiempo, reclamó a los futuros gobernantes que trabajen en pos de las soluciones para resolver los graves problemas que afronta la República Argentina.
Los mensajes partieron, por ejemplo, de la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJyP), dependiente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), y de la Comisión de Desarrollo Humano Integral de la diócesis de Rafaela.
La CNJyP advirtió que “nadie se salva solo” e instó a buscar un acuerdo político que propenda a la gobernabilidad, con el resultado final de bienestar para la sociedad, la independencia económica y la superación de las divisiones.
“Concurrir a votar en paz el próximo 22 de octubre será una contribución para afianzar una democracia que signifique ciudadanía plena, ejercicio de derechos, que asegure condiciones para el bienestar de nuestro pueblo, que supere la fragmentación, con sensibilidad social, que garantice igualdad de oportunidades, con independencia económica”, expresó el organismo.
En ese sentido, sostuvo que “aparece imprescindible la generación de espacios de diálogo y encuentro que hagan posible un acuerdo político, social y económico de gobernabilidad, más allá de cuál sea el resultado electoral”.
La CNJyP reclamó además que quien o quienes ganen resuelvan los “graves problemas” del país.
“El voto expresa la voluntad popular y exige a los candidatos que triunfen en la elección, disponerse a resolver los graves problemas que enfrentamos, con la cooperación y ayuda de todos los demás, bajo el principio de que nadie se salva solo”, enfatizó.
El organismo, que está integrado en su mayoría por laicos y depende de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, aseveró además que “es urgente devolver a la política su carácter de ser una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien”.
Adentrándose en la esencia de la política, tratando de mantenerse al margen de cualquier alusión partidaria, más allá de que determinados principios estén incluidos en la plataforma de alguna o algunas agrupaciones, enfatizó que “la acción política debe promover el cuidado de la vida, la dignidad humana, el trabajo digno para todas las personas y la eliminación del hambre y la exclusión. No hay verdadera libertad sin fraternidad, justicia social y paz”.
La CNJyP se ofreció, además, como prenda para “promover y facilitar el diálogo entre las fuerzas políticas y sociales con el objetivo de que se alcancen los acuerdos que nuestra Argentina necesita”.
Y rogó a la Virgen María que “nos alcance de su Hijo la paz para nuestro pueblo, la paz para las familias, la paz para los lugares de guerra y conflicto en el mundo”.
En tanto, la Comisión de Desarrollo Humano Integral de la diócesis de Rafaela (Santa Fe) dijo que “cada generación está llamada a asumir con responsabilidad el tiempo que le toca vivir”.
Por ello alertó que “corremos el riesgo de perder la mirada de conjunto y el sentido de pertenencia comunitaria; de replegarnos como refugio en nuestros intereses particulares, tratando de salvar la propia quinta”, según informa la agencia AICA.
Y entonces sostuvo que ello “es un escape falso, porque nadie se salva solo y porque corremos el peligro de hundirnos juntos”.
En la misma línea que la CNJyP, si bien no toma partido, da algunas pistas para discernir el voto y dice que “toda política debe ser valorada o rechazada, en la medida en la que promueva o no al ser humano en la integridad de su condición y sin excluir a nadie”.
En ese sentido, implícitamente el mensaje está dirigido a escuchar y leer detenida y detalladamente las propuestas y mensajes de cada candidato, así como las plataformas partidarias.
En ese punto hace hincapié en los principios de la Iglesia, coincidentes con la filosofía de algunas agrupaciones políticas y sociales: “Lejos de fomentar el pobrismo, la Iglesia alienta el desarrollo y la promoción de recursos y capacidades, para pasar de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas”.
Y destaca “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, reconociendo que todos somos verdaderamente responsables de todos”.
Además, alude al destino universal de los bienes y aclara que “significa establecer un límite a este derecho, recordando que siempre está en relación con la dignidad de la persona”.
Otro punto que resalta en este marco es el principio de la “subsidiariedad”. En términos canónicos, es el principio de la doctrina social de la Iglesia por el que a cada una de las partes del cuerpo social se le deben reconocer y respetar sus derechos, sin que sea lícito quitárselos y atribuirlos a otras instancias.
Este principio se formuló por primera vez en la encíclica ‘Quadragesimo anno’ del papa Pío XI, del 15 de mayo de 1931, con motivo del cuadragésimo aniversario de la encíclica Rerum Novarum.
Rerum Novarum, del papa León XIII, fue la encíclica que habló de los derechos de los trabajadores pero también de la propiedad privada y de la relación entre trabajadores, empresarios, gobiernos e Iglesia, abordando los desafíos surgidos tras la Revolución Industrial.
“Cada generación asume una opción para su tiempo. Esta puede ser nuestra oportunidad”, concluye el mensaje de la comisión de la diócesis rafaelina.
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