León Gieco dice en su inmortal “Solo le pido a Dios”, que “la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente”.
Una verdad irrefutable. Y pisa fuerte a los más inocentes: los niños.
Los fríos cálculos varían, pero las cifras más certeras indican que más de 200 millones de niñas y niños viven en zonas en conflicto en el mundo.
Los episodios de Israel/Franja de Gaza renuevan el drama, cuando siguen resonando la metralla y la muerte en otro punto de conflagración, como es Ucrania.
Y la cuestión no tiene un principio y fin con los niños que son masacrados en esas guerras que tendrán razones políticas pero al fin y al cabo son la sinrazón misma, constituyendo un absurdo oxímoron.
Ocurre que las consecuencias se extienden luego por decenios, con niños mutilados, sin acceso a la salud, a la educación y a la alimentación; con mujeres que fracasan en sus partos o directamente nunca podrán ser madres; con bebés nacidos con malformaciones…Y así podría continuarse hasta el infinito, en un círculo vicioso insoportable e inaceptable.
Según informó UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en los últimos días de octubre se habían registrado en la zona de la Franja de Gaza más de 2.300 niños y niñas muertos y 5.364 heridos.
Ese período que abarcaba casi tres semanas desde el comienzo del conflicto “es la escalada de hostilidades más mortífera en la Franja de Gaza e Israel que Naciones Unidas ha presenciado desde 2006”, señaló el organismo.
UNICEF describió un tétrico panorama con “destrucción generalizada, ataques constantes, desplazamientos de población y una grave falta de elementos de primera necesidad como alimentos, agua y medicinas”.
Adele Khodr, Directora Regional de UNICEF para Oriente Medio y el Norte de África, dijo que “la matanza y mutilación de niños, el secuestro de menores, los ataques a hospitales y escuelas y la denegación de acceso a la ayuda humanitaria son graves violaciones de los derechos de la infancia”, por lo que esa oficina hizo “un llamamiento urgente a todas las partes para que acuerden un alto al fuego, permitan el acceso de la ayuda humanitaria y liberen a todos los rehenes”.
“Hasta en la guerra hay reglas. Debemos proteger a los civiles, especialmente a los niños y las niñas, y hacer todo lo posible para evitar su sufrimiento en cualquier circunstancia”, advirtió.
UNICEF señaló además la semana pasada que “Cisjordania también ha registrado un alarmante aumento del número de víctimas, con casi un centenar de palestinos muertos, 28 de ellos niños, y al menos 160 menores heridos. Antes incluso de los trágicos sucesos del 7 de octubre de 2023, la población infantil de Cisjordania se enfrentaba ya al mayor nivel de violencia ligada al conflicto en las dos últimas décadas, con 41 niños y niñas palestinas y 6 menores israelíes muertos en lo que va de año”.
“La situación en la Franja de Gaza es, cada vez más, una mancha en nuestra conciencia colectiva. La cifra de niños muertos y heridos es realmente impactante”, aseveró rado Khodr.
Y enfatizó que “aún más aterrador es el hecho de que, a menos que se alivien las tensiones y se permita el acceso de la ayuda humanitaria, en particular alimentos, agua, suministros médicos y combustible, el número de muertes diarias seguirá aumentando”.
“Las imágenes de niños rescatados de entre los escombros, heridos y angustiados, y temblando en los hospitales a la espera de tratamiento, retratan el inmenso horror que están soportando. Sin embargo, sin acceso humanitario, las muertes por ataques podrían ser solo la punta del iceberg”, añadió la funcionaria.
Acerca de las consecuencias inmediatas de esas situaciones, Khodr alertó que “la cifra de muertos aumentará exponencialmente si las incubadoras empiezan a fallar, si los hospitales se quedan a oscuras y si los niños siguen bebiendo agua no apta para el consumo y no tienen acceso a medicamentos cuando enfermen”.
Ante ello UNICEF pidió “un alto al fuego humanitario inmediato; que se abran todos los pasos fronterizos con Gaza para permitir el acceso seguro, sostenido y sin trabas de la ayuda humanitaria, en particular, de agua, alimentos, suministros médicos y combustible; que a las emergencias médicas en Gaza se les permita salir o recibir servicios médicos críticos; respeto y protección de las infraestructuras civiles, como refugios y escuelas, y de las instalaciones sanitarias, de electricidad, agua y saneamiento, para evitar la pérdida de vidas civiles y niños, y prevenir el brote de enfermedades y garantizar la atención a personas enfermas y heridas”.
Como se ha visto, entonces, todas las referencias a los diversos conflictos y los pedidos desesperados incluyen a los niños. El eslabón más débil en todo el mundo, más allá de la realidad social, política y económica de los países y las regiones.
Y los primeros, los más inocentes, aplastados -y definitivamente sin futuro- por la guerra, ese monstruo grande que pisa fuerte, como lo describe de manera certera la perenne canción de Gieco.
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