Actualmente hay en el mundo unos 110 millones de personas desplazadas por la fuerza, muchas de las cuales son niños y ancianos, o sea las puntas más vulnerables de la humanidad.
Esos seres, expulsados de sus lugares de origen por persecuciones, guerras y catástrofes naturales, entre otras cuestiones, requieren imperiosamente de la solidaridad y ayuda económica de los países donde recalan y de las organizaciones internacionales.
Pero la atención de ese y otros sectores vulnerables tornan muchas veces insuficientes los recursos, razón por la cual el Alto Comisionado titular de ACNUR, la oficina de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió que las perspectivas eran “inquietantes y peligrosamente bajas”.
En ese sentido dijo no hace mucho que la ACNUR afronta uno de los momentos más difíciles de sus 70 años de historia: “Nunca había estado tan preocupado en mis casi ocho años en este cargo”, alertó.
Encima, el panorama en el que se producen sus advertencias es bastante desolador, ya que hay conflictos como los de Sudán o Ucrania por los que se han registrado récords de desplazamientos humanitarios.
Por ejemplo, desde abril de 2023 el conflicto en Sudán ha desplazado a casi 5 millones de personas dentro del país y a otro 1,2 millón a países vecinos. Incluso suele verse en la Argentina a ciudadanos sudaneses desde hace tiempo. Como ejemplo, en ese sentido, solo está financiada una tercera parte de los desplazados en Sudán, según se explicó.
Recientemente, el segundo Foro Mundial sobre los Refugiados reunió a la comunidad internacional y se adoptó una serie de compromisos para “mejorar la vida de las personas refugiadas y de los países y comunidades de acogida”, se informó.
Organizado por la ACNUR y Suiza, y convocado por Colombia, Francia, Japón, Jordania y UgandaLink is external, el Foro realizado este mes en Ginebra contó la participación de 4.200 asistentes de 168 países.
Hubo jefes de Estado, ministros, directores de organizaciones internacionales, organizaciones dirigidas por personas refugiadas, representantes de la sociedad civil y directores ejecutivos de empresas y fundaciones.
Hubo promesas de compromisos y contribuciones para mejorar las vidas de las personas refugiadas y de las comunidades que las reciben en ámbitos tales como la educación, el trabajo, la consolidación de la paz, el cambio climático y el reasentamiento.
Grandi dijo que “los participantes demostraron liderazgo, visión y creatividad en la búsqueda de soluciones a problemas muy complejos, y sobre todo se comprometieron a seguir trabajando juntos para mejorar la vida de millones de personas refugiadas en todo el mundo”.
Como dato destacado, se anunciaron compromisos financieros por más de 2.200 millones de dólares que serán aportados por gobiernos y el sector privado, así como fundaciones, entidades filantrópicas y organizaciones confesionales.
En cuanto a los Estados, se comprometieron “a garantizar el reasentamiento de un millón de personas refugiadas para 2030”, se informó oficialmente.
Además, hay iniciativas para “ayudar a otros 3 millones de personas refugiadas a acceder a terceros países por medio del patrocinio comunitario”.
“El Foro Mundial sobre los Refugiados propició la adopción de más de 1.600 compromisos, incluyendo contribuciones a uno o más de los 43 compromisos conjuntos presentados por múltiples partes interesadas (es decir, compromisos de amplio alcance respaldados por coaliciones de actores que se apoyan mutuamente)”, explicó la ACNUR.
“Se anunciaron importantes planes para impulsar las economías y las comunidades mediante inversiones en áreas de acogida de refugiados, el apoyo a emprendimientos de personas refugiadas, la creación de empleos, la capacitación profesional, la provisión de servicios jurídicos pro bono, el acceso a productos financieros y conectividad, así como una mayor incidencia en la acción climática por parte de las personas refugiadas, desplazadas y apátridas, y sus comunidades de acogida. El sector privado prometió más de 250 millones de dólares de financiación adicional”, se añadió.
La cuestión de los desplazados y los refugiados, como tantas otras cuestiones críticas, es un tema recurrente que no debe ser descuidado, habida cuenta de lo que significa el desarraigo por situaciones tan graves como el racismo, la violencia, las guerras, tanto civiles como entre naciones. Las consecuencias son devastadoras para los seres afectados, que muchas veces componen familias completas. Seres que, en esas circunstancias, puede decirse sin exageración, corren el riesgo cierto de tener vidas a plazo fijo.
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